Paijan. Sepultaron víctimas de accidente en Chuin


Martes, 13 Julio 2010

En un abrir y cerrar de ojos, Sandra Vásquez Luna (23) perdió a su padre y a su madre, a su hermana menor, a su niña de 5 años, a su cuñado y a su sobrino de un año de nacido. Ocurrió en un instante, en lo que dura un pestañeo. Una fracción de segundo y una negligencia al volante bastaron para que ella sienta ahora un dolor punzante hincándole el pecho.

Sandra, una muchacha golpeada injusta y repentinamente por la desgracia, es pariente de las seis personas que perdieron la vida el viernes, tras el aparatoso y frontal choque del auto en el regresaban a casa contra un ómnibus de Emtrafesa, en el kilómetro 625 de la Panamericana Norte, Paiján.

Sentada frente a tres de los féretros, Sandra recordó los últimos momentos que pasó junto a los suyos, y la forma cómo ella se salvó de morir con ellos, aunque eso no le da mayor consuelo. Eran las 4.30 p.m. de aquel viernes cuando habló con sus familiares por última vez.

“Se había acabado el gas y no teníamos dinero para comprar otro balón, por lo que mi padre, Pascual Vásquez, dijo que iría a Casa Grande a traer leña para preparar la cena. Mi madre, Luisa Luna, y mi hija Fernanda, de 5 años, se subieron con él en el carro para acompañarlo. Justo cuando estaban saliendo, llegó Norvi, mi cuñado, esposo de mi hermana Johana. Ellos también decidieron acompañar a mi papá para ayudarle a cargar la leña… y tomaron a su hijito Anthony, de un año de nacido, y se marcharon… recuerdo que, antes de irse, mi madre me dijo que vaya preparando el café porque iban a traer pan con tamales para el lonche, pero nunca más volvieron…”, relató la muchacha, con el rostro marcado por las lágrimas.

Tomando aire y mirando los ataúdes, Sandra continuó con su testimonio, y recordó cómo su madre la obligó a quedarse, apartándola, de esta manera, del camino hacia muerte.

“Yo también iba a ir con ellos, pero mi hijita menor, Jahaira, de un año de nacida, se quedó dormida; entonces mi madre me dijo que mejor me quede en la casa. Sin embargo, insistí, y cuando ya estaba a punto de subirme al carro, mi madre volvió a decirme lo mismo… sus palabras sonaron como una orden que no tuve más remedio que obedecer… y me quedé… de ese modo, ella me salvó, pero a qué costo… ahora ya no la tengo más a mi lado”.

LA NOTICIA MÁS TRISTE

Dos horas después, cuando dieron las 6.30 p.m., Sandra recibió una noticia que le heló la piel. “Vino un amigo de mi padre y me dijo que había habido un accidente en la carretera… de inmediato tomé en brazos Jahaira y fui con ella a ver lo sucedido, porque no tenía con quién dejarla. Al llegar al lugar del accidente, pude ver que el carro de mi papá estaba completamente destrozado…”.

En medio de toda la confusión, Sandra pudo identificar los cuerpos de sus parientes entre el amasijo de fierros retorcidos.

Allí vio a sus padres, a su hermana y a su sobrino Anthony. Su hija mayor, Fernanda, ya había sido evacuada de emergencia al Hospital Regional. La menor, quien este año hacía promoción en el jardín, sobrevivió a la fuerte colisión, pero murió media hora después.

“Mi hijita no merecía morir así –expresó Sandra-, era una niña muy alegre, despierta, inteligente... le gustaba jugar con su hermanita. Además, le encantada dibujar y pintar… Justo hoy, (ayer) iba a participar en un concurso de dibujo en su jardín… todos la queríamos bastante aquí en la casa”.

La muchacha vio cómo los bomberos iban sacando uno a uno los cuerpos de sus familiares. Primero sacaron a Norvi, su cuñado. Él –según contó- se dedicaba a cortar caña en los campos.

Después rescataron el cadáver de su sobrino Anthony, de un año de edad. En las últimas semanas, el bebé, robusto y sonriente como se le ve en las fotos, estaba dando sus primeros pasos.

“Luego siguieron mis padres y mi hermana… es injusto que se hayan ido de esta manera… no es posible… y todo por culpa del chofer del Emtrafesa”.

Sandra no duda en echarle la culpa al piloto del bus. Ella afirma, además, que nadie de esa empresa de transportes se ha tomado la molestia de darle el pésame siquiera.

“Pensarán que porque somos pobres pueden atropellarnos, matarnos y no decir nada… hasta ahora nadie se ha pronunciado, no sé porqué. Al menos deberían darnos una indemnización por lo ocurrido, porque la responsabilidad es de ellos, pero ni un arreglo floral nos han enviado”, precisó, antes de echarse a llorar.

Al respecto, otros parientes se sumaron a su protesta y culparon de la tragedia al chofer del ómnibus. “Que asuman su responsabilidad, es lo menos que pueden hacer”, acotaron en una sola voz.

SEPULTADOS

Tres de las víctimas fueron sepultadas esta mañana en el cementerio de Paiján. Sandra les dio allí el último adiós a su madre, a su hermana y a su hija mayor. Su padre fue sepultado en el cementerio de Chocope, de donde era originario. De otro lado, Norvi y el pequeño Anthony fueron llevados a Chota el sábado en la tarde.

El sepelio en Paiján fue de lo más desgarrador. Sandra no pudo más y sucumbió de nuevo ante las lágrimas. Ahora ella deberá enfrentar la vida sola, con la pequeña Jahaira en brazos.

Después del entierro, la muchacha volvió a su casa. Allí la recibió solo un triste silencio. Nunca más volverá a escuchar la voz de su madre Luisa, las palabras de su hermana Johana. Tampoco podrá reír con las ocurrencias de la pequeña Fernanda. La desgracia se lo ha arrebatado todo.

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